sábado, 5 de abril de 2008

Niño monstruoso y cabra montesa

En una noche de resaca, sueño que me encuentro en unas galerías subterráneas con algunos familiares. La puerta está custodiada por cuatro niños realmente monstruosos. Tres son muy pequeños, y el cuarto se parece mucho al niño que hacía volver loco a Judas en la película La Pasión de Cristo, de Mel Gibson. Tenemos que cruzar la puerta. Les digo a mis familiares que corramos a toda prisa para atravesarla de un salto (¡!) y evitar así caer en manos de los niños. Si uno de ellos -especialmente el más malo- logra cogerte, te muerde la cabeza y te la arranca a pedazos.
Casi inmediatamente después, me encuentro encima de una estructura circular excavada en pleno bosque; una especie de pozo en las montañas y sin agua. Necesito descender por el interior del agujero para llegar a la planta de abajo, pero ésta está custodiada por animales de granja. Todos parecen inofensivos, excepto una cabra montesa que no sólo me impide bajar, sino que además intenta ascender a la planta superior dando cornadas. Yo le respondo con patadas en la cabeza y en sus pequeños cuernos.

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