domingo, 20 de abril de 2008

19-20 de Abril

Noche, creo, de luna llena y sueños de raíces.

Me encuentro en un recinto de múltiples estancias, en lo que parece un auditorio o un comedor proletario con mesas para mucha gente. Algo hay en la conversación sobre gente con problemas sociales, deficientes y autistas. La voz con la que dialogo me dice entonces: "Pero nuestras lolas han sabido salir de eso". El remedio que han encontrado para sus déficits es cantar. Una tras otra, se suceden sobre un escenario improvisado cantando canciones con una voz rota que antes no habíamos podido escuchar. Parecen figuras pictóricas, no del todo humanas. Empiezo a llorar. No soy la única, y decidimos repartir guantes de goma por toda la sala para que la gente pueda llorar tranquila, recogiendo las lágrimas en los guantes. Pienso que se nos van a acabar las reservas pronto. Me desvelo.

Nuevo sueño. Paseo de noche al aire libre por una zona que alterna caudales de agua, jardines alargados y grandes setos. A mi lado y alrededor se alternan los conocidos. Un grupo de gente del trabajo habla sobre un viaje conjunto en verano, de mochila al hombro y ruta. Parece que es demasiado terreno para poco tiempo y que resultará inviable. Sugiero que en lugar de cruzar toda España, recorran sólo la costa. Les parece una buena idea. De repente, un viejo amigo frente a mí se descalza y me habla molesto de problemas dentales. Sigo andando, esta vez sola. La algarabía de voces ha quedado atrás. Me voy acercando a una casa aislada, donde sé que está una amiga que pasa un mal momento. Una voz que no identifico me está contando que es madre de tres hermanas; una de ellas es mi amiga. La voz parece contar la historia de una mujer madura, sabia. Observo cómo las otras dos hermanas entran en la casa. Me parece que sus gestos son desgarbados, infantiles, fuertes. Ellas parecen no percatarse de mi presencia. Permanezco alrededor de la casa. La puerta se abre de nuevo y alguien sale; las chicas no me ven, pero la voz madura sí. Sabe que vengo para cuidar de mi amiga. Entonces me doy cuenta de que llevo el torso desnudo. "Tranquila -me dice la voz-. La gente se desnuda cuando quiere aislarse".

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